Comenzamos con ilusión la nueva temporada de clases, sumergiéndonos en esta estación que nos enseña a soltar, a desprendernos, a dejar ir.
Comparto este texto de José María Toro, que me ha llegado vía whatsapps a través de Miguelin.
“Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja. Ahora, sin
embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae” sino que, llegado el
escenario del otoño, inicia la danza maravillosa de soltarse. Cada hoja
que se suelta es una invitación a nuestra predisposición al
desprendimiento. Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de
generosidad y profundo de sabiduría: La hoja que no se aferra a la rama
y se lanza al vacío del aire, sabe del latido profundo de una vida que
está siempre en movimiento y en actitud de renovación. La hoja que se
suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella es la
matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.
La
coreografía de las hojas soltándose y abandonándose a la sinfonía del
viento, traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación
constante y contundente para todos y cada uno de los árboles humanos que
somos nosotros. Cada hoja al aire me está susurrando al oído del alma
¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! Y ¡confía!
Cada hoja que se
desata queda unida invisible y sutilmente a la brisa de su propia
entrega y libertad. Con este gesto, la hoja realiza su más impresionante
movimiento de creatividad, ya que con él está gestando el irrumpir de
una próxima primavera.
Reconozco y confieso públicamente, ante
este público de hoja moviéndose al compás del aire de la mañana, que soy
un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas. Tengo miedo ante
la incertidumbre del nuevo brote. Me siento tan cómodo y seguro con
estas hojas predecibles, con estos hábitos perennes, con estas conductas
fijadas, con estos pensamientos arraigados, con este entorno ya
conocido….
Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría,
generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer”. Quiero lanzarme a
este abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fe y
confianza, esplendidez y donación. Sé que cuando yo soy quien se suelta,
desde su propia conciencia y libertad, el desprenderse de la rama es
mucho menos doloroso y más hermoso. Sólo las hojas que se resisten, que
niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más
agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor”.
Texto extraído del libro "La sabiduría de vivir" de José María Toro.
No hay comentarios :
Publicar un comentario