Es
frecuente que el sufrimiento este relacionado con la ignorancia, ignoro
una parte de mí que está como encerrada en una habitación perdida,
aislada; y es el sufrimiento que abre una brecha y me permite acceder a
un nuevo espacio en mí. Un lugar en el
que disfrutaré de mayor bienestar interior y seguridad, y en el que
podré mirarme y mirar a los demás con mayor benevolencia y ternura. Y
así, la habitación olvidada abre sus puertas de par en par hacia el
mundo.
El movimiento y la danza nos ayudan a contactar con estos espacios interiores, sentirlos, habitarlos y abrirme al mundo.
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